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AHMAD YAMANI 

Resbalón

Había cuatro personas en el balcón del último piso. El balcón comenzó a quebrarse. No había duda de que se caería si alguien se movía un ápice. La única solución sería que una mano se extendiera para sostenerlo. Una quinta persona saltó corriendo; entonces, el balcón crepitó y giró en el aire. El derrumbe era inevitable, pero, súbitamente, se alzaron diez manos más, que llevaron a todos a la parte superior del edificio. Fue un milagro abrir los ojos y encontrarse en el tejado, en lugar de haber caído al asfalto. Después no hallaron la cuerda que habían extendido las diez manos, como si no hubiera existido nunca, como si nunca hubiera habido diez manos, ni un balcón en ruinas, ni un último piso.