Loading

AHMAD YAMANI 

Fragmentos

Dejé en tu casa un poema chino que había escrito en una hermosa caligrafía. Nunca volví a recogerlo. Sentí que una de sus oraciones me atravesaba un día, una frase en la que había un pequeño barco, hojas de otoño, una casa de madera sobre la que caía la lluvia y un hacha. Pienso en la oración como si fuera mía, una suma de palabras sin vínculos: me vendrá de repente una noche mientras estoy intentando acordarme de una aldea lejana que crucé un día sin que fuera completamente consciente de si mis pies se hundieron en el barro o si fue mi cabeza la que se hundió hasta el fondo al crear esta imagen.

******

Tu beso en la calle no es el mismo que tu beso en la casa.

El beso en la calle es amplio, se traga una ciudad entera, la ciudad se estrecha como el ojo de una aguja; tu ciudad, que no te aporta nada. El beso en la casa es el hilo que consigues que pase por la aguja tras varios intentos y, entonces, lanzas un suspiro de alivio. El beso en la calle es desesperado, como si fuera el último; pretende alcanzar una profundidad que simplemente no existe, como si se tragara toda la calle. El beso en la casa es un beso feliz, porque no arrastra ninguna historia detrás; es un beso libre, sin testigos. Tu beso en la calle ejerce una presión y se adhiere como si se estuviera desvaneciendo en todo momento. Tu beso en la cama es soñoliento, como las sábanas. Dos besos en una ciudad: el ojo de una aguja y el hilo que lo atraviesa.

******

Me encontraba en tu cama y el cielo se extendía por todo el techo de la habitación, como si una mano lo hubiera dibujado, sin el brillo de los astros. Una habitación cuyo techo es el cielo entero. Mientras contemplaba el fenómeno y trataba de entenderlo, me pareció que el cristal de la ventana reflejaba la bóveda celeste. No era más que una interpretación preliminar: el cielo era verdadero; simplemente, no brillaba. Entonces, entraste en la habitación, y el cielo desapareció. Actué como un ladrón: me introduje en tu casa, descansé en tu lecho, me disculpé y me marché.