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KADHIM JIHAD 

Iraquíes

 

Tropezando con trampas de la oscuridad,

estábamos así, girando, por largo tiempo,

alrededor del mundo,

cerca de su margen, ceñida de actos.

Nuestra idea del pecado

era incompleta e imprecisa,

no requería explicaciones.

Cuando uno de nosotros da un paso,

se asegura bien de que no pisotea

el sueño de su vecino.

En nuestra cotidiana algarabía,

la comprensión no era necesaria,

debía formar, a cualquier precio,

ese silbido oleado,

con el que uno se acuerda de su existencia.

De repente, nos golpeamos contra la tierra;

eso fue como la caída en la permanencia,

un chapuzón en el tiempo,

una somnolencia sin fin.

Durante largo tiempo, guardaremos ese silbido elevado,

y tomaremos el tiempo blando con cucharas parpadeadas.

Durante largo tiempo, guardaremos

el asombro de los transeúntes

cuando recuperamos el aire

con pinzas,

haciendo cosas raras que eran, simplemente,

nuestras maneras de no ser.